Ya que nos acercamos a fechas que nos recuerdan a personas que han dejado su cuerpo, o actividades que aunque sean muy extranjeras como halloween encontramos la oportunidad para a hablar de la vida y la muerte.
Ideas que pueden parecer ser complejas para abordar con nuestros hijos e hijas, pero que no dejan de ser una realidad.
Al conversar sobre la muerte a nuestros hijos e hijas es hablar de la vida misma, desde que tienen la capacidad de interactuar con su entorno es inevitable que lo vean en su entorno como un insecto muerto o escuchen con cierta regularidad esta palabra, por ello consideremos desde los tres años que podemos acercar estas definiciones mediante explicaciones sencillas, como el ciclo de vida de las personas, animales o seres vivos en general, para ello utilizamos recursos como libros, series o películas.
Es mejor que la información sea obtenida desde alguien de confianza ya que como adultos también transmitiremos nuestras creencias y puntos de vista.
¿Cómo hablamos de este tema?
Debemos diferenciar tres situaciones, el concepto de la muerte, la pérdida de un ser querido y el luto que viene luego, por lo que si lo abordamos desde estas diferentes perspectivas seremos oportunos.
Inicialmente abordarlo lo más real posible, describir, analizar e identificar el proceso de la muerte mediante ejemplos sencillos, ya que en la edad de 7 años o más podemos explicar cuales son nuestras creencias que va ligado como la forma en que reaccionamos ante la perdida, pues compartimos lo que pensamos que pasa luego de morir y dependerá de cada familia.
Lo más recomendable es permitir que ellos vayan construyendo sus propias ideas sobre el tema y no imponernos.
En esta transmisión de nuestras creencias ponemos en manifiesto los diferentes rituales que practicamos para honrar la muerte, no esperemos a que este suceso llegue para recién abordarlo con nuestros hijos e hijas, fechas como el día de los difuntos es una buena ocasión para compartir nuestra visión personal de la muerte e invitarles que reflexionen en torno a ello.
En esta conversación es importante que aunque no practiquemos ningún ritual por no tener una creencia definida, establezcamos alguno de recuerdo o despedida, ya que nuestros niños y niñas tienen pensamiento concreto, por lo que rituales y objetos son importantes y en general el ser humano es un ser de rituales y tradiciones.
¿Hablar de una vida más allá de la muerte?
Nuestros niños y niñas creen todo lo que les decimos, lo que nos invita a ser conscientes y responsables de lo que comunicamos, el utilizar ideas de fantasmas, espíritus, demonios, infierno o cielo puede afectar de manera significativa a algunos niños y a otros quizá no, pero si utilizamos esto para lograr una conducta es grave, ya que hasta los 7 u 8 años nuestros pequeños no logran diferenciar con claridad la realidad con la fantasía, lo que este tipo de intervenciones pueden afectar en su seguridad y libre desempeño.
Hablar de muerte no es afrontar un luto, ya que el luto es un proceso diferente y como los adultos los niños también pasan por este, ellos al no tener asumidos conceptos más abstractos que nos dan consuelo. Nuestros hijos viven una pérdida que se refleja en cambio de conducta, retroceso en su desarrollo, ira y tristeza que necesitará comprensión de nuestra parte, paciencia, tiempo y en ocasiones ayuda externa también.
No minimicemos el luto personal y el de nuestros hijos e hijas porque además de marcar su personalidad también su percepción de la vida misma.