A partir de la pandemia muchas familias, por no decir todas, tuvieron la oportunidad de (re)plantearse la forma en la que aprenden sus hijos e hijas, tomar consciencia de qué tan involucrados están en lo que conocemos sobre sus procesos educativos; mediante las diferentes propuestas a la que respondimos educadores, educandos y familias a la emergencia sanitaria, tuvimos un acercamiento a la realidad de cada uno de estos actores, donde entendemos que todo es perfectible y fue un tiempo de decisión donde como padres y madres podíamos buscar opciones.
Es en esta búsqueda de alternativas y propuestas las escuelas han tenido que replantearse metodología, contenidos y mecanismos para apoyar a las familias en la gestión de los aprendizajes. Muchas propuestas educativas se reformularon la forma de trabajo, pero no se dieron la oportunidad de replantearse el fondo. Quizá muchas de las veces es la forma la que distorsiona el fondo, entendido como el aprendizaje y realización de los educando.
¿Qué tan involucrados estamos en lo que conocemos sobre los procesos educativos de nuestros hijos?
Al tener estas interrogantes muchas familias encontraron en opciones como la educación en casa, una respuesta coyuntural donde se pusieron en evidencia retos, fortalezas y situaciones familiares, lo que permitió que nos conociéramos más en familia, descubriéndonos como individuos, así como nuestros roles y las características de quienes nos rodean.
Ahora, al parecer a mediano plazo, las actividades se van a retomar con una regularidad similar a la previa a la pandemia. Nuevas interrogantes surgen en las familias, o sería importante que al menos se las planteen, cuestionémonos. Preguntarse si la escuela como se la conoce es o será el espacio en la que nuestros hijos e hijas se pueden realizar o desarrollar.
Es en ello que las decisiones deben partir de nuestras prioridades y metas familiares, que si retomamos la escuela sepamos exigir una renovación. Que si continuamos en este camino de la educación en casa hagamos los cambios que necesitamos como familia, pero sobre todo que entendamos que hay opciones y alternativas para nuestros hijos y familia que no surgen únicamente de una situación de emergencia sanitaria, sino que son viables y acordes al estilo de vida que queramos llevar. Sabemos que es viable porque lo hemos vivenciado este año.
Si continuamos en este camino de la educación en casa hagamos los cambios que necesitamos como familia
La educación en casa sigue siendo y será una alternativa válida en la perspectiva que como familia somos los principales responsables de formar individuos sanos, integrales, libres y que puedan realizarse acorde a sus intereses, entendiendo que mientras la escuela no se replantee las formas está en nuestras manos empoderarnos de este proceso de quienes son las personas más importantes en nuestra vida.
La educación en casa o homeschool no es sinónimo de pandemia o encierro, ya superada la emergencia sanitaria podemos disfrutar de sus principales beneficios, la flexibilidad, el aprendizaje intencionado, exploración de intereses, pasiones y sobre todo relaciones humanas en un contexto de cooperación.
Cualquier inquietud escríbenos a amalgamapedagogico@gmail.com
Atentamente:
Maria Eliza Acosta