Los Errores no son fracaso, son señal que lo estamos intentando
¿Cómo hablamos de este tema?
Empecemos por nuestra propia experiencia como cuidadores frente a los errores, ¿Qué nos dijeron los adultos en nuestro entorno sobre los errores cuando niños?.
Seguramente son cosas que aún tiene su efecto en la forma como enfrentamos las dificultades, donde el error supuestamente significa que no somos buenos, que debemos ocultarlos, hacer trampa, culpar a otro o evitarlo, muchas personas a partir de estas experiencias frente a los errores llega a paralizarse y no reaccionar, o en otras personas el equivocarse les significa menor autoestima y en casos extremos cuadros depresivos.
¿Qué les estamos diciendo a nuestros hijos e hijas sobre las equivocaciones?
Partiendo de esta realidad, es bueno podamos para un momento y pensemos qué mensaje transmitimos cuando nuestros hijos e hijas se equivocan o cometen un error, entendiendo que sólo hasta los 10 años entienden claramente las consecuencias de sus actos, y aunque no lo hagamos a propósito, quizá estemos transmitiendo mensajes como:
Sólo te quiero si eres bueno.
Sólo las personas buenas no se equivocan.
Es mejor ocultar los errores.
Mejor no intentar si no lo vas hacer bien
Al ver que los errores son malos y por ende quien los comete, ponemos los errores de lado y nos privamos de todos los aprendizajes que pueden generar los mismos.
Al ser padres y cuidadores caemos en la tentación de evitar que nuestros hijos se equivoquen, comentan errores o se pongan en situaciones de peligro, algo natural pero cuando les evitamos experimentar el fracaso ¿Qué más les estamos evitando?
¿Qué podemos hacer como cuidadores?
Ver el error como una oportunidad de aprendizaje, ser valientes para ser imperfectos y reconocer cuando nos equivocarnos, ya que a partir de esta experiencia podemos reconocer nuestros sentimientos y por ende nosotros mismos, ya que cuando nos equivocamos sentimos miedo, tristeza, dolor y frustración que como todas las emociones debemos saberlas gestionar y necesitan práctica.
Luego de reconocer lo que sentimos, describimos lo que pasó, sin la finalidad de buscar culpables, sino identificar los diferentes factores que están involucrados e ir reconociendo responsabilidades para que a partir de ello busquemos soluciones, obligandonos a tomar acciones para reparar lo que hicimos, lo cual es muy diferente a un castigo, que sólo nos hace sentir peor y no lleva a ningún aprendizaje más que la formación de la idea de que somos incapaces y nos merecemos ese dolor, totalmente lo contrario de las habilidades que nuestros hijos e hijas necesitan para el futuro.
Entendiendo que al permitir que nuestros hijos e hijas experimente el error y lo que conlleva, no significa que caemos en la negligencia puesto que hay situaciones de peligro donde su integridad puede estar comprometida por lo que hay que ser prudentes.