El jugar menos no solo afecta la parte cognitiva de nuestro ser y en especial en la primera infancia sino que a su vez afecta la parte emocional durante el crecimiento, al no jugar perdemos la oportunidad de desarrollar esta área afectiva tan importante para el aprendizaje.
El tiempo dedicado a dispositivos ya sea por entretenimiento o trabajo han arrebatado en casa la oportunidad para jugar y por ende para compartir, es importante reducir la cantidad de pantallas en un hogar, restringir los espacio de uso y regular su tiempo; si bien la tecnología facilita y brinda oportunidades de aprendizaje y comunicación son grandes las desventajas en su uso excesivo y el juego brinda una alternativa para el uso del tiempo de ocio.
Como padres y cuidadores tenemos la responsabilidad de crear o facilitar estos tiempos de juego para un adecuado desarrollo, les invitamos a destinar tiempo a la selección de juegos, identificar su ubicación en el hogar donde la cantidad no prima sobre la calidad para su adecuado uso, retomemos ese gusto por el juego que podemos contagiar a nuestros hijos e hijas y con ellos el entusiasmo.